Estiro la mano y quiero agarrar a esa mujer que me deja habitarla sin bordes de tiempo ni espacio. Ruedo por su piel sin pagar peaje. Ella es un pulpo que me envuelve con preguntas y miradas, vive debajo de mi piel y en los recodos de mi sombra. A la par que me alimenta, siembra líquenes en mis textos, rediseña mi hábitat y corroe mi pasado. Pone a la madrugada una sonoridad distinta. Sus fragancias en la cama tienen el bouquet que me obsequia una silueta derretida, parda, plana y parda, con montículos diminutos y deliciosos, con agujeros donde esconder mi desazón diaria, mi desencanto de hombre fracturado.
Amiga Adriana:
ResponderEliminarSí, todo está conteniéndose, prestas las cosas, artefactos, personas, animales, astros... a ser sugeridos o manifiestos por el arte.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Parece que será un fuego muy agradable.
ResponderEliminarOjalá.
Besos.
"y el ruido de los cuadros en blanco
ResponderEliminarsusurrando formas"
entiendo esa sensación
es como un fuego amigo
Precioso poema.
ResponderEliminarLas nubes dentro de las palabras presagiando fuego. Me gusta.
Se lo leeré a mi perro de tu parte y le gustará.
Son muy exquisitos, el poema y mi perro.
Saludos.
Chase, me gusta mucho, es muy visual, como la descripcion de un cuadro. Formas, simbolos, colores...
ResponderEliminarmc
Frank: contenida pero a veces derramada, saludos...
ResponderEliminarToro: si termino hoy, mañana veras el fuego, besos
KSB: amigo, amigo, amiga.
ResponderEliminarEstoy medio perdida, paro ya volvere, te leo, y te leo.
Francisco: besos a ti, a tu perro y a mi manzano (ya me lo apropié)
EME, y alo veras mañana o pasado, este lleva mas trabajo... besos
ResponderEliminarEsta me gusta mucho, se escucha el pálpito. Un abrazo.
ResponderEliminaremejot! no se es que ya no puedo escribir...
ResponderEliminarLA MUJER QUE ME HABITA
ResponderEliminarEstiro la mano
y quiero agarrar a esa mujer
que me deja habitarla
sin bordes de tiempo ni espacio.
Ruedo por su piel sin pagar peaje.
Ella es un pulpo
que me envuelve con preguntas
y miradas,
vive debajo de mi piel
y en los recodos de mi sombra.
A la par que me alimenta,
siembra líquenes en mis textos,
rediseña mi hábitat
y corroe mi pasado.
Pone a la madrugada una sonoridad distinta.
Sus fragancias en la cama
tienen el bouquet
que me obsequia
una silueta derretida, parda,
plana y parda,
con montículos diminutos
y deliciosos,
con agujeros donde esconder
mi desazón diaria,
mi desencanto de hombre fracturado.
anuar bolaños.