tiernos patrones de intervalos asimilables en Bach
Otra de las obsesiones divertidas que me quedaron de leer con tanta atención a Heiddeger fue querer usar la cuaternidad para todo. Entonces. Tenemos esa cuarta dimensión fractal, el hilo conductor que proporciona sentido a la obra construida. La fórmula matemática que permite comprender el entorno, asimilarlo, volverlo lugar y volverlo vivible. Pero qué pasa entonces con las otras artes? Qué pasa con la música por ejemplo. Será posible extender el concepto de cuaternidad, de lugar comprensible, y vivo a traves de los conceptos fractales?
La respuesta es linda: Si, se puede. Existe Santa Claus.
Al menos se puede empezar por entender que en este mundo todo es medible y cuantificable y matematizable. Mi teoría es, en este caso, que se podría encontrar un lugar común en las artes que permita comprender la razón por la cual nos sentimos mas atraídos hacia unas obras de artes más que a otras.
En este caso, la pregunta sería, como se puede extender el concepto de cuaternidad fractal a la música.
Pero claro está no se trata de convertir la música en solamente matemáticas como pretendieron hacer los serialistas. Es música fue aburridísima y fue un fracaso igual que la arquitectura moderna, que pretendió limpiar de ornamento y de significado la obra construida y convertirla en algo puramente funcional. En esos años (no todo tiempo pasado fue mejor) el concepto del ser humano se desplazó hacia la masa y no hacia el individuo y se pretendió simplificar el funcionamiento del caos cotidiano, en un intento de pasteurizar la sociedad, asqueados, como estábamos en ese entonces de la destrucción sistemática del mundo en la sociedad de la postguerra. Lo mismo ocurrió con el serialismo. Los músicos pretendieron vaciar de sentimentalismos y romanticismos la música académica y volverla racional, como si se justificara la existencia de la música si se reducía racionales y complicadas operaciones artiméticas. La cosa no era tan simple, mi querido Schoenberg. Faltaba caos, faltaba cuaternidad en aquello. A la desnudez del serialismo le faltaba la parte cognitiva, la capacidad cerebral para identificar los componentes de la música. Y es ahí donde entra lo fractal, el orden en el caos. Lo que le faltaba a la música serialista era aceptar que ciertas combinaciones que ya existían y eran reconocibles podían utilizarse para hacer música.
y voilá, aparecieron los minimalistas, tan lindos, tan comprensibles.
! dejame me tomo un tilo, consulto con la almohada... y luego vuelvo... :D
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ResponderEliminarla multitud... en algun lugar lei que la multitud, como sujeto literario, era un hallazgo de la era moderna. hmmmm
ResponderEliminar;)
Mi querida amiga, le devuelvo la visita y... sinceramente... no entiendo nada de su post. No se moleste, seguro que con tiempo y un transplante de cerebro lo conseguiré. De todas formas, lo que dice es -parece- interesante.
ResponderEliminarSiempre suyo
Un completo gilipollas
Gracias Gilipollas!, talvez podamos arreglar un transplante de cerebro para usted, aunque pensandolo mejor, talvez dejaría usted de escribir en su blog... asi que mejor, transplantes no, quédese usted tal cual está.
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