extraños otra vez
como en la calle
dos miradas
un instante de complicidad
el hilo interminable de zapatos de tacón
pantalones y saliva seca
el sol me mira con su ojo de fuego
y me quema también bajo la piel
las rodillas tarde,
los hombros abajo
cachetadas de tierra sucia
que no me despiertan
un juego sin contrincantes
en un tiempo demasiado corto
Jugar solo tiene sus ventajas, el silencio nunca traiciona...
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