martes, 26 de agosto de 2014

comodidad

Cabeza hueca. Porque hay que ser muy bruta.
foto cortesía de mcb

Supongo que los seres humanos somos cómodos por nuestra condición de criaturas depredadoras.

Destruimos todo aquello que nos incomoda para poder proporcionarnos la necesaria calma que requiere el pensamiento irrefrenable de nuestra naturaleza esquizoide.

Parte de mi naturaleza depredadora, de mis instintos de muerte, es la inevitabilidad de volver a mis lugares depresivos.

Solamente estoy contenta cuando puedo sufrir. Sufro, luego existo. Mas que pensar, sufrir es lo que me hace sentirme viva. El dolor físico o el dolor mental, o el dolor moral.

Soy una masoquista entregada, lo admito.

Y aunque llevo tres años luchando contra la depresión que me destruye, reconozco que el resto del tiempo, cuando no lucho, esos momentos de soledad abismal y de doloroso silencio intolerable, me hacen feliz.

Sufro, luego existo.

Si no fuese capaz de sufrir, no sería capaz de vivir.

Y aún así. Me rebelo contra ese dolor en un delicioso círculo de lenguas, lágrimas, y agonías. En un constante resucitar y morir cual vampiro insaciable del sol que le destruye y la sangre que le alimenta.

Vivo para sentir un poquito más de dolor. Y me gusta.

3 comentarios:

  1. Partamos del hecho de que la felicidad como estado permanente no existe.
    Y que las alegrías en el cotidiano vivir son escasas por no decir casi inexistentes.
    También hay que tener en cuenta que el equilibrio emocional es insoportablemente aburrido.
    Quizás en la tristeza y el sufrimiento le encontramos un sentido a vivir.
    Como expiar el pecado de haber nacido para morir.

    Besos locos hoy.

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  2. La tristeza es adictiva.

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