Que alguien se pare y me recoja por favor.
No tengo palabras, no tengo dibujos, se me desapareció la piel, el hambre, la voz.
Vivir es un aturdimiento.
El absurdo si; el absurdo tiene siempre más sentido que la lógica. Romper con todo, romperme yo.
Balancearme hasta el agotamiento.
Ah! el agotamiento, el paraíso donde todo se termina. El espacio blando y vacío.
La tibieza de no tener que responder.
Horrendos elefantes saltando alegre y pesadamente sobre mi terror.
Vuelve lo blando, Adriana.
ResponderEliminarUn beso.
Normalmente se arregla con un buen sueño reparador. Un fuerte abrazo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarTranqui Adriana. No dejes saltar a los elefantes que pesan mucho. un beso.
ResponderEliminarayy Chiquita
ResponderEliminardías 'desos'
solo dejárlos ir.
un besazo
El agotamiento produce alucinaciones. Tambien los jarabes de lengua de las monjas. Al menos a eso achaco mis dos alucinaciones: mi mama que no estaba alli, y la Virgen.
ResponderEliminarYo te recogeré siempre.
ResponderEliminarCuenta con ello.
Entiendo esa hartura pero seguro que encuentras momentos que la compensen.
Por esos momentos hay que seguir caminando.
Besos.
Adriana, ¡que triste es este texto!
ResponderEliminarLa única manera de conjurarlo es que escribas otro donde la alucinación en vez de llevar al personaje a sensaciones depresivas, lo lleve en cambio a lugares llenos de colores e imágenes surrealistas muy locas, una especie de: "Lucy in the sky with diamonds". Digo, total alucinar por alucinar, por ejemplo alucinar que se es un elefante que salta alegremente y con todas sus fuerzas destruyendo definitivamente al terror de una mujer que había pedido ayuda.
Abrazo
Adriana mía... Si hay alguien con una despensa, un arsenal, una reserva federal de imágenes, discursos, palabras... eres tú. Lo que pasa, Chase, es que a veces, llevar eso a cuestas cansa, agota, derriba.
ResponderEliminarHay una escritora venezolana, Elisa Lerner, a quien aprecio y leo constantemente. Y hay un personaje suyo que me recuerda a lo que, intuyo te pasa. La mujer se llama Rosie y la obra de teatro es El Vasto Silencio de Manhattan. Esa obra, que es una sinfonía de imágenes fuertes (mujeres que se desmayan en los semáforos abrazando tartas de manzana). En esta obra, Rosie caminaba sobre tacones altos que se rompían como copas de Champaña... Caminamos permanentemente sobre vidrios rotos, eso es lo que pasa Chase.
Vale, te recojo. Dime si se puede aparcar cerca de donde estás y lejos de esos elefantes.
ResponderEliminarAy cómo duele crecer !
ResponderEliminarlas hormaonas, eso es todo, las hormonas, que soy una veleta de las hormonas y de la bipolaridad y los vidrios como muy claramente me comprende mi adorada KSB :)
ResponderEliminar¡Ni se te ocurraaaaaaaaaaaaaa...!
ResponderEliminarUn besillo.
P.S.
¿Te dio tiempo a copiar aquello?
Lo tenías aquí:
http://mepartoymetronchodelarisa.blogspot.com
¿Has leído "Brevario de Podredumbre" de E.M. Cioran?
ResponderEliminarYo he estado "ahí"...infinidad de veces...te entiendo...aunque fuera con otra concepción , pero creo que te entiendo...deja que el caos se desate pero mantén aire en los pulmones (los físicos y los metafísicos)...que ya sabes que cuentas con muchas manos que te recogeran...lo puedes ver en todas las respuestas....un beso
ResponderEliminarLo siento, entiendo lo serio de la situación, pero no pude evitar reirme con "Horrendos elefantes saltando alegre", es que me los imaginé... y además de horrendos llevaban un tutú de ballet... todo depende como queremos ver la vida...
ResponderEliminarSaludos!
Principito
Desde mi Principado una ventana al Mundo
gracias principito! es que yo quede como traumatizada cuando vi Dumbo por primera vez... :(
ResponderEliminar