viernes, 17 de septiembre de 2010

quejarse

les presento a Ken
y este es el link a la página del periódico

No me quejo más.

Viste que rápido se me pasó la pataleta existencial?

En realidad lo que sucedió fue que ayer tuve un "reality check" que me ayudó a bajarme de las nubes.
Mientras volvía a mi casa de trabajar, en el metro, un señor de estos fastidiosos empezó a hablar. Sin embargo, al escucharlo me di cuenta de que hablaba muy respetuosamente, asi que presté atención y no me hice la dormida como suelo hacer siempre. El señor vendía un diario bisemanal que ayuda a la gente sin vivienda y sin trabajo a tener ingresos. De los diarios que venden, el 65% de las ganancias es para el vendedor y el resto es para mantener el diario en circulación. Me dispuse a comprarle el diario al señor, pero lamentablemente no tenia dinero. Sólo tarjetas. El señor me vió y me dijo, -me basta con haya usted mirado, aqui tiene el diario. Despues el señor se bajo en la siguiente estación y yo me dispuse a leer.

El tema de los homeless como se les dice aquí, es un tema que me afecta mucho, desde siempre. Yo no sé por qué en cualquier circunstancia de mi vida, cuando camino por cualquier calle, pienso al ver rincones y lugares escondidos, -déjame aprenderme este lugar, por si acaso algun día no tengo dónde dormir-.

Me aterra llegar al límite de tener que vivir en la calle. Me da pánico puro.

En ese diario encontré la historia de este señor que traduzco aquí porque creo que no se lee muy bien.

Cada dos Miércoles, temprano en la mañana cuando un nuevo ejemplar de Street Sense es publicado, de 5 a 10 vendedores se juntan en la oficina de Metro Center para ayudar a cargar los 15.000 ejemplares desde la puerta trasera de la iglesia, alrededor del edificio hasta el closet donde se almacenan, escaleras arriba.
A las 6:50 de la mañana, de la última edición, Kenneth Belkosky me explicó que había llegado tarde, porque la caminata desde el refugio donde vive, le había tomado más tiempo de lo normal por causa de la tormenta torrencial que desmovilizó Washington DC aquella mañana. Cuando le pregunté desde dónde había tenido que caminar, me explicó objetivamente que él camina desde un refugio ubicado en la Columbia Pike en Arlingon hasta la oficina de Street Sense, en el centro de DC, todos los días y que esa caminata le toma dos horas aproximadamente. Esa mañana en particular, él llegó sin paraguas, completamente empapado por la lluvia, pero con la misma sonrisa que yo me he acostumbrado a esperar de Ken. Yo jamás he escuchado a Ken mencionar siquiera su caminata diaria, mucho menos quejarse de ella, pero eso no me sorprende dada su ética de trabajo excepcional.
Una verdadera inspiración para todos nosotros, Ken está trabajando por superar una seria enfermedad mental, y hasta hace apenas pocas semanas, cuando finalmente encontró un refugio donde quedarse, él había estado durmiendo en las calles de Virginia. El regularmente hace esta caminata de dos horas desde Arlington hasta DC para comprar periódicos y venderlos en DC y en el norte de Virginia, donde la mayor parte de los vendedores ni siquiera se molestan en ir.
Felicitaciones a Ken, nuestro primer Vendedor del mes!

Y por eso yo no me quejo más. O al menos lo intentaré.

13 comentarios:

  1. Bien cierto, todo es tan relativo y tan duro y a veces tan mágico, para subirnos las pilas y volver a la rudeza subsiguiente. Un abrazo.

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  2. Tienes razón y no la tienes.
    Muchas veces cuando uno se queja siempre sale alguien diciendo: de que te quejas? mira como están en tal país o en el otro donde hay hambre, inundaciones, etc.... y claro, eso es cierto, pero eso no hace desaparecer los motivos que tenemos para quejarnos porque cada persona es un individuo diferente, con sensibilidades, emociones, percepciones y entornos diferentes.
    Puede suceder incluso que por una cosa nimia alguien se suicide y otro ante una tragedia no se inmute.

    Besos.

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  3. Querida Adriana-Chase,

    Y yo que me estoy poniendo al día y en la tarde leí tu post anterior e iba a responderte y mira… ¡Ya está!

    Te iba a decir que dejaras de escribir. Dejar de escribir es super divertido, créeme. Porque luego, vuelves a escribir y las palabras tienen algo que se parece a un carro recién salido del taller mecánico. Todo parece nuevo, aunque no lo es. Y ya eso, vale la pena.

    Hace años leía a un bloguero anónimo que ya se retiró, pero al que le dio por despedirse a cada rato. Todos les escribíamos dándole ánimos y, más o menos, diciéndole lo que ya todos te han dicho (los argumentos en estos casos no son infinitos, ya lo sabes, es como cuando uno termina una relación y le gustaría que se inventara un nuevo tópico, pero bueno, no es posible). En todo caso, el tipo volvía a escribir y otra vez volvía a despedirse y todos le volvíamos a escribir lo mismo. Al final la cosa se volvió como las despedidas de Ilan Chester en el Teatro Teresa Carreño: a él le gustaba despedirse y a nosotros, rogarle que no se fuera. Hasta que un día desapareció. En su último y enigmático post, solo había la foto de un niño gordo sentado a la orilla de un lago. El detalle poético, quizás, consistía en que el niño solo tenía puesto un calcetín, y ese era el pie que justamente tenía metido dentro del agua.

    Siempre he soñado que él vuelve a escribir y que algún día, debido a estas vueltas que uno da en Internet, lo encuentro y por supuesto no lo reconozco. ¡Ah, volver a escribir, es increíble!

    Y sobre la quejas, pues pienso que cada quien tiene las suyas. Las hay grandes y chiquitas, pasajeras y crónicas, estúpidas y profundamente filosóficas. Pero son solo quejas, y siempre, vistas fuera de contexto y contadas adecuadamente, dan risa. Yo dejé de quejarme profesionalmente desde que trabajé cuidando niños discapacitados. Si ellos se reían de sí mismos, ¿de qué pendejadas me podía quejar yo? Por eso, me retiré y he decidido ser un quejón discreto y amateur. Claro, no voy a dejar de quejarme jamás, porque ya eso es tan arrogante como proponerse ser humilde.

    ¡Chao y bienvenida!

    Miles de besos,

    Juan

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  4. Chase, es tarde por aqui y no me puedo extender, pero te tengo que escribir acerca de esto. Quizas el martes. Es que no te imaginas. Yo tambien, todo lo que dijiste.

    mc

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  5. Querida Adriana,

    nunca te fuiste muy lejos, las horas fueron pocas.
    Que bueno que ya pasó la pataleta aunque no es tan grave mirarse sólo el ombligo de vez en cuando. Eso nos impulsa a salir con otros bríos.


    Acá en Cali, en mi calle, en mi barrio, soy amigo de los indigentes, converso con ellos, compartimos panes y avena casera. Tienen historias que inspiran. Algo de eso muestro en el video de mi canción "Mirando por ahí" que está en YouTube.

    Mil gracias por regalarnos tu sensibilidad.

    Un abrazo,

    anuar iván.

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  6. Cuánto refresca valorar otras perspectivas!

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  7. ¿Oh, ya te has bajado de las nubes?... es que esperaba un encuentro en la cúpula celeste...

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  8. Emejota, tu siempre tan acertada y amable, un gran abrazo para ti tambien...

    Toro: Tienes toda la razón, pero en mi caso, prefiero andar alerta y no dejarme caer, no me gusta quejarme, no me gusta ser débil... Eso debe ser porque lo soy. Besos!

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  9. Juan mi adorado Juan, eso, eso, discreción la discrección es lo mas elegante que hay, la queja es fastidiosa y cansina, pero tambien tienes razon igual que Toro, uno se queja igual, es que somos todas tan frágiles. Y hay que reconocer la fragilidad también.

    EME, bueno, escríbeme pues :)

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  10. Anuar, gracias a ti por ser siempre tan amable conmigo. A mi me da verguenza (no encuetro la diéresis asi que la u va sin punticos) no ser un poco mas controlada y andar gritando mis crisis al mundo. Ya vi tu video también...

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  11. Scrit: si refresca aveces uno mira todo y no ve nada. Vale la pena mirar de verdad. Detenerse y apreciar. Besos!

    San Ateo: que siempre me vuelvo a subir a las nubes no matter what, es una buena costumbre que espero no perder jamás... :) por ahi nos vemos, jaja

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  12. Creo que lo de "enfermedad mental" debería aclararle las ideas.

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