La dueña de la sillita dijo:
-oooh se ha roto la silla, hay que botarla, cuesta más dinero repararla que comprar una nueva y ya iba siendo hora de renovar el salón.
Entonces llamó a su mayordomo y le dijo:
-Jaime, saca esa pobre silla rota a la calle a ver si alguien la recoge o se la lleva la basura.
Y sucedió que la dueña y autora de este blog iba conduciendo por esa calle muy temprano en la mañana y vió a la pobre sillita rota llorando sola en la calle y se dijo:
-oooooh qué hace esa pobre silla hermosa toda tirada en la calle? Hay que salvarla de las garras del camión de la basura....
Y entonces ni tonta ni perezosa se bajó del carro, recogió su silla y se fue a su casa a repararla.
Y he aquí el resultado.
La sillita vive ahora feliz en una casa donde sabe que nunca má la van a botar, aunque se rompa.
Mi abuela me decia: al que tiene manos nada le falta
ResponderEliminarBesos
me encanta tu abuela!
EliminarLa silla es una suertuda.
ResponderEliminarQué envidiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa le tengo.
Besos.
quieres que te pinte de azul? o que te adopte?
Eliminar:)
ResponderEliminarValeeeeeee.
De azul marino que me queda muy bien.
TORO AZUL!
EliminarY ahora la sillita está donde debía estar...todo sucede por algo...suerte que te encontró en el camino...un abrazo
ResponderEliminarsiiiii un abrazo para ti tambien!
EliminarSi fuera tan fácil hacer lo mismo con las personas...
ResponderEliminarSaludos,
J.
quererlas un poco? no est an difícil, lo difícil es que se dejen pintar de azul y no se muevan.... jeje
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