A veces me gustaría estar desencantado de la vida. Pensar por ejemplo que todo es fútil. Si la muerte o las desgracias borran todo lo bello en un parpadeo, resulta inútil levantar imperios, sembrar jardines o depurar una receta. Quisiera que en lugar de ver a estas ardillas saltado entre las ramas estuviesen destripadas sobre el pavimento. Pero no puedo ser agrio. Soy un podrido romántico. Nunca aprendí a escupir. Aquí, solo, ahora, en medio de la hojarasca, añoro y recuerdo una sonrisa, y esto –creo- me purifica un poco. Qué diablos es un poema? Un brazo que se te cae, otra pluma que te sale en el costado? El alma es una de las bitácoras del tiempo, otra es el rostro que te fue obsequiado. En mi cabeza las imágenes se arruman como antigüedades en desuso. Uno quiere pensar que el amor mueve las cosas. Pero cuál es el impulso que se encarga de mantener las nimiedades en marcha? De dónde brota el sostén de la rutina? Quizás todo ínfimo detalle necesita estar en posición para contribuir al balanceo o al estacionamiento. Para esto necesito aquella sonrisa, para calibrar el gran motor, para afinar el decorado. Si somos pasajeros en este valle, qué propósito tendría el permitirse –o el obligarse- a pasarlo mal? Soltar las amarras, dejarse ir!
No soy invisible
ResponderEliminarlo dijo la flaquita
con voz risueña
en mi pensamiento
no soy invisible y por eso me angustio!
EliminarEso lo arregla el tiempo.
ResponderEliminarNo te preocupes.
Sucederá.
Besos.
es mas bien un mantra. Una repetición que me calme :)
EliminarLet it go, let it gooo... tra la la lala
ResponderEliminarNo es let it be?? jaja
EliminarNo si eres Elsa o Anna de Frozen :P
Eliminaray coño. Me volví FROZEN!
EliminarAMARRAS SUELTAS
ResponderEliminarA veces me gustaría estar desencantado de la vida. Pensar por ejemplo que todo es fútil. Si la muerte o las desgracias borran todo lo bello en un parpadeo, resulta inútil levantar imperios, sembrar jardines o depurar una receta. Quisiera que en lugar de ver a estas ardillas saltado entre las ramas estuviesen destripadas sobre el pavimento. Pero no puedo ser agrio. Soy un podrido romántico. Nunca aprendí a escupir. Aquí, solo, ahora, en medio de la hojarasca, añoro y recuerdo una sonrisa, y esto –creo- me purifica un poco.
Qué diablos es un poema? Un brazo que se te cae, otra pluma que te sale en el costado? El alma es una de las bitácoras del tiempo, otra es el rostro que te fue obsequiado. En mi cabeza las imágenes se arruman como antigüedades en desuso. Uno quiere pensar que el amor mueve las cosas. Pero cuál es el impulso que se encarga de mantener las nimiedades en marcha? De dónde brota el sostén de la rutina? Quizás todo ínfimo detalle necesita estar en posición para contribuir al balanceo o al estacionamiento.
Para esto necesito aquella sonrisa, para calibrar el gran motor, para afinar el decorado. Si somos pasajeros en este valle, qué propósito tendría el permitirse –o el obligarse- a pasarlo mal? Soltar las amarras, dejarse ir!
umm...
Eliminarlos poemas son supuraciones purulentas del alma.