jueves, 30 de enero de 2014

de elefantes blancos y otras poesías



Ayer me gané una estrellita imaginaria en mi cita con la sicóloga.

Yo tan solo le comenté que cuando uno decide de una vez por todas acercarse al elefante blanco que ha estado parado en la mitad de la sala por quien sabe cuántos años y que uno ha esquivado forever before y ha tratado de ignorar que existe, cuando uno finalmente coge coraje y dice a ver como luce el elefante este de mierda que no me deja caminar normalmente por la sala de mi casa, y te acercas calladito y lo miras de frente, te das cuenta de que el puto elefante estaba muerto y disecado y parado ahi inútilmente en la mitad de tu sala.

No hay que echarse la culpa sin embargo, y por eso fue que me gané mi estrellita imaginaria, porque lo interesante de darse cuenta de que el elefante esta disecado, es primeramente ver que efectivamente hay un elefante. Porque puede que antes no lo vieses. Que estuvieses tan acostumbrado a esquivar al dichoso elefante que fueses por muchos años absolutamente incapaz de verlo.

Y de repente un dia uno ve al elefante y dice pero que carajo hace este elefante en mi sala si para empezar el cuento a mi no me gustan los elefantes blancos? y te preguntas y ahora como saco a esta criatura de aqui? como la alimento? como hago para limpiar todo este embrollo de haber traído a un elefante a mi casita que es tan pero tan chiquita?

Es entonces cuando uno coge el coraje de acercarse a ver la bestia, y al mirarle la cara ves que sus ojos están vacíos.

El elefante vivió allí muchos años y uno lo acunó ignorándolo y haciendo mil peripecias para no verlo, para distraerse del hecho de que aquel animal ocupaba todo el puesto que tenía que estar ocupando uno mismo cómodamente frente a la chimenea o el televisor. Y ahora que uno quiere ver el televisor o la chimenea o leerse un libro, pues no puede porque está el estorboso elefante alli parado.

Asi que pues como decía uno se acerca y ve que los ojos de la bestia están vacios y que no hay nada dentro del elefante más que algodón y trapos viejos, uno se da cuenta también de que sacar al elefante de la casa no es tan difícil como uno pensó.

Porque  ya no está vivo. El elefante está muerto. Ya no hay que cuidarlo ni preservarlo.

Se puede desmontar al elefante cortándolo en mil pedazos y el pobre bicho ni se va a quejar ni va a sangrar. Tan solo va a dejar un suciero que podrá limpiarse fácilmente o talvez con mucho trabajo con una buena aspiradora y mucha fuerza de voluntad. Pero cuando se acabe la limpieza AH!!!

La casita ya no se verá tan pequeñita.


6 comentarios:

  1. Primer ver, luego mirar, después limpiar...

    Y así. Que no es poco.

    Ya nos parecía que a pesar de la lluvia lucía una estrellita nueva...

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  2. Respuestas
    1. Gracias Toro y tu... no me vas a dar una estrellita???

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  3. La última vez que me gané una estrella fue jugando al Mario Bros. 2. ¿Cuenta o no tiene relación alguna?

    Excelente texto, eso si, como siempre.

    Saludos

    J.

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