entre Mickey Mouse y Giselle Bundchen
No me siento vacía, lo que me siento es inadecuada. Con un cuerpo inadecuado, una cara que no debería ser mía. Extraña. Despreciable. No por mala, ojo, sino por insignificante. Ser inadecuada tiene que ver con eso, con ser insignificante.
Esta sensación de no pertenecer ni estar nunca en el lugar adecuado, el tiempo adecuado, el pensamiento adecuado. Esta sensación constante de necesitar desaparecer. La agonía insufrible de seguir respirarndo, seguir existiendo aún antes de muerta. El pensamiento infinito ardiendo dentro de mi.
El pensamiento no me enriquece, el pensamiento me enferma.
No, ya estoy enferma y paranoica. Porque estoy convencida. Todos saben algo que yo no alcanzo a comprender, que no puedo comprender porque no estoy bien hecha. Porque soy inadecuada. Las sinapsis de mi cerebro estan mal puestas. Desde el principio. Soy impura. Enferma. Sucia.
Un poco como en el cuento ese de la metamorfosis de kafka. No es que he despertado siendo cucaracha. Es que he despertado siendo yo y no me soporto poruqe no me parezco a lo que soy. Y la cucaracha que esta dentro se lo ha comido todo. Se ha comido y ha vomitado mis vísceras y se las ha vuelto a comer.
No soporto mi voz, no soporto mi piel suave, mi sensualidad, ni la belleza de mi rostro. Quisiera cavar un hueco en mi rostro para que combine con el hueco de mi alma.
Mi alma es un hueco lleno de mierda que necesita vaciarse.
Necesito sacar de mi todo lo malo que llevo adentro para que desaparezca el pensamiento. Para que desparezcan las voces.
No hay un Dios misericordioso que sea capaz de crear algo como yo y amarlo. A mi me odiaron desde el principio. Por eso deberia desaparecer. Pero soy miserable, soy cobarde, soy una cucaracha en un cuerpo de princesa vacío y roto por dentro.
Una carcaza vacía y adolorida.
Y es asi, queridas amigas, como se retroalimenta una depresión.