jueves, 29 de octubre de 2015

sueños

Contanto ovejitas.
Foto cortesía de AGL

Los que me han leído consistentemente durante estos años que llevo escribiendo por aquí sabrán que soy adicta a las teorías sobre el inconsciente de Carl Jung y el papel que llevan los sueños en nuestra habilidad para lidiar con el día a día.

Así que hoy voy a escribir mi sueño de anoche con la esperanza de que una vez escrito sea capaz de dilucidar lo que sea que haya querido decirme a mi misma.

Una de las cosas interesantes acerca de la interpretación de sueños es que todos los personajes con quien uno sueña son una representación de alguna parte de nosotros mismos. Y lo que hay que indagar es exactamente qué representan tanto los personajes como las situaciones.

La parte de mi sueño que puedo recordar comienza en mi casa de la infancia. Ya todos somos adultos en la familia y yo estoy buscando en mi armario algo para ponerme porque tengo clases en la universidad. En mi sueño recuerdo que me acerco al clóset con confianza, pues siempre tengo toda mi ropa muy bien ordenada y clasificada, y recuerdo que quiero vestirme de blanco y amarillo porque siempre me siento muy linda llevando esos colores. Pero al buscar dentro del armario ya nada es como yo lo dejé y está todo lleno de las cosas de mi hermana, quien lo ha ordenado a su gusto y ha tomado sin permiso varias de mis prendas para sí misma.

Como yo soy muy tolerante y al fin y al cabo es mi hermana, me digo a mi misma que puedo ponerme otra cosa, pero eso también se lo ha llevado ella. Y cada vez que intento ponerme algo, ella me lo quita con la excusa de que tiene que verse bien para sus clases que son mas importantes que las mías. Total que con el retraso de conseguir algo que ponerme, llego tarde a la parada del autobús y ya se ha ido junto con mis dos hermanas. Mi madre está alli y le pregunto ya molesta por qué no han detenido al autobús por mí, si sabían que yo ya venía. Ella me responde que no se han ido, que encontraron a una amiga que nos va a llevar a todas en su carro. Me alivio y me acerco a ellas para irnos a la universidad y entonces estamos en un estacionamiento donde hay que pedir pases para poder acceder a donde están guardados los autos.

Nadie sabe cómo manejar la máquina que da los pases, ni el guarda ni los administradores y al final termino siendo yo quien da con los botones adecuados y logro conseguir dos pases que les doy a mis hermanas, pero cuando llega el momento de imprimir e mío la máquina se vuelve a dañar y nadie quiere repararla y la clave que yo he estado usando ya no funciona tampoco.

Al cabo de un rato de intentos infructuosos, le digo a mis hermanas que se vayan y que no me esperen más para que no llegen tarde a sus clases y yo me voy de nuevo a la parada del autobús con la esperanza de que no se haya ido. Pero por supuesto que ya se fue. Entonces comienzo a correr para alcanzarlo y me veo a mi misma en mi colegio de la infancia y recuerdo que hay un atajo para llegar a la puerta y que quizás pueda alcanzar allí el autobús. Finalmente me subo y le pregunto si va a la zona que yo voy y me dice que si, que va pero no por la ruta que yo siempre cojo. Que esta es otra ruta diferente. Le pregunto si al menos llega a mi destino y me dice que si, que si llega pero por otra ruta. Le pregunto que cuánto tardaremos en llegar y me dice que aproximadamente una hora. Y ahí ya me siento en un asiento azul y me dispongo a tener paciencia y a dormitar por un rato largo, hasta llegar a mi destino.

Eso es todo, se agradecen sus interpretaciones. Yo indagaré en la mía y después les cuento de mis coclusiones.

viernes, 23 de octubre de 2015

martes, 20 de octubre de 2015

motivación

menguada, como la luna


Hoy estoy desmotivada, como siempre, vamos.  Y me puse a pensar que la motivación pareciera ser la fuente de la cual se alimenta la disciplina de hacer las cosas.

Yo creo que mi fuente se secó hace años porque la agoté en mi infancia tratando desesperadamente de sentirme normal en un hogar absolutamente disfuncional.

No es mi culpa sin embargo, y hoy comprendo después de muuucha terapia, que en su momento no tenía opciones y que el desgaste de sentirme culpable sin razón es real. Tan real como una fractura en el alma.

La depresión es una fractura en la motivación.

La gente va por ahi diciendo que la fuerza viene del alma, que la mente es mas fuerte que el cuerpo, que uno puede hacer cualquier cosa si se lo propone de verdad.

La gente va por ahí creyendo que ser humano es algo superior y cuasidivino. Que nacemos puros y buenos y que somos capaces de cualquier cosa.

Y no dudo que muchos pueden, y son así, pero hay otros que simplemente no podemos porque nos quitaron las piernas de las ganas cuando apenas aprendíamos a caminar.

Estoy desmotivada, y sé que no es mi culpa, y que no tengo que buscar la motivación en ningún lugar inalcanzable de mi alma, que ya es algo.

Sólo tengo que ser compasiva conmigo misma, y descansar un poco.

lunes, 5 de octubre de 2015

dual

otro dibujo que se convierte en color.