una tortuga de arena
cortesía de mc y sus niños
Yo toda mi vida he sido una clueless. No creo que en castellano exista una palabra mejor para definir esa capacidad o incapacidad mas bien en este caso de estar siempre tan completamente fuera de todo. Con mis diferentes sicólogas me he quejado siempre y sin mucho fruto, de que mi principal problema es que soy rara. Pero no porque haga cosas raras, que no las hago, si no porque siento raramente. Que querré decir yo con eso. Y bueno, siempre me miran con condescendencia, como diciendo, no mi niña, no eres rara, cuentame tu infancia y ya te ayudaré yo a amordazar tus fantasmas y tus supuestas rarezas.
Y como casi siempre ocurre que al contarles mi infancia, se quedan un poco espantadas sobre todo porque la cuento como si fuese la historia de otra persona y no la mia propia, y llegan a la fácil conclusión de que yo lo que estoy es traumatizada y que mis rarezas responden es a defensas que desarrollé para poder soportar el mundo.
Sin embargo yo estoy convencida de que no es asi. Es decir, cuando yo miro a la gente no me parece posible que puedan estar tan tranquilas escuchando tantas cosas alrededor, como es que no se atormentan como yo? Cómo es que tienen sus sentidos tan atrofiados que no perciben las caras, los patrones, la infinita demasía de la realidad? Me da una envidia horrorosa eso. Estar simplemente tranquila con el devenir del tiempo.
La realidad duele, pero no es porque sea terrible, aunque lo sea. La realidad duele porque está exageradamente llena, rebosante y me atropella los sentidos.
Mi sicóloga actual, Claudia, dice que yo lo que tengo es una hipervigilancia aprendida. Pero a mi eso no me cuadra con mi despiste atómico constante ni mi propensión a caerme en cualquier circunstancia gracias a mi torpeza o mi costumbre de estar "en las nubes". Una persona que está en la nubes, está allá principalmente porque está buscando ponerse a salvo del estímulo excesivo de la realidad, no está en estado de hipervigilancia, al contrario, está mas vulnerable que nadie a que la cojan desprevenida, que es lo que casi siempre me sucede a mi.
Otra de las cosas que alientan mi idea de que soy rarita es mi inherente incapacidad para funcionar socialmente. Yo lo intento, hago lo que los demás hacen, sonrío e intento ser encantadora, pero la verdad es que no entiendo nada. Por ejemplo a mi de jovencita no me sacaban nunca a bailar. O al menos eso creía yo. En realidad lo que pasaba es que no entendía cómo los muchachos podían ser tan malos de ver a una niña paradita a un lado de la pista de baile y venir a preguntarle - Tu no bailas? Por lo general me quedaba yo muy disgustada, - a ver imbecil, me ves bailando acaso?, a que vienes a echarme en cara que no estoy bailando?. Muy clueless yo que no captaba que esa pregunta era en realidad una invitación a bailar, pero al revés. Hubiese necesitado un traductor simultáneo para entender a la gente de mi generación.
Dígame el acto cotidiano de hablar por teléfono. Eso es un absoluto suplicio. Odio, detesto hablar por teléfono. Nunca entiendo lo que quieren decir las personas, sobre todo si son desconocidas. Es que me da pánico. Con la gente que conozco es mas fácil, aunque rápidamente me quedo sin nada que decir, o me quedo callada poruqe no se como seguir - o cortar - la conversación.
Ahora mismo tampoco sé como cortar este post. Asi que adios.