jueves, 27 de mayo de 2010

adicciones

 Foto cortesía de ACG.

He estado pensando acerca de los apegos, las obsesiones. La vida contemporánea parece transcurrir entre adicciones. Adictos todo el tiempo a ser amados y reconocidos, adictos a saberlo todo, a poseerlo todo, a ser conocidos y reconocidos.

El anonimato es embarrasing, como diría mi adorada Eme. Hay que tener followers y facebook y twitters, y blogs y blackberries y cuentas en youtube.

Como un exceso de información de nosotros mismos, pero que está allí para llenar el vacío de los afectos.

Somos incluso adictos al dolor de no poseernos los unos a los otros de verdad, al dolor de estar solos. Porque esos dolores también nos causan adicción y son la excusa perfecta para escribir.

Y por eso, yo escribo para el silencio. Porque soy adicta a todo eso. Y me encanta.

Ah! pero después de olvidar que uno tuvo juicio
el recuerdo borroso de una certeza se vuelve líquido

y entonces es el miedo de quedarse sentado al borde de la vía
mirando a todos los demás pasar

martes, 25 de mayo de 2010

desnudez

Foto de Deborah O'Grady. Leila, te amo.

El sabado volví a estar en el Kennedy Center para el último concierto de John Adams en esta ciudad. Esta vez estaba muy emocionada de ver a la maravillosa y preciosa Leila Josefowitz interpretar Dharma at Big Sur de Adams.

Adams compuso esta pieza para la inauguración del Walt Disney Concert Hall, sede la la Filarmónica de Los Angeles de quien Adams es compositor residente y diseñado por su amigo el genio de la arquitectura, Frank Ghery. Es un concierto de dos movimientos para violín electrico de seis cuerdas y orquesta. Con estas seis cuerdas, el violín puede producir sonidos graves propios de la tesitura de un cello hasta los más agudos típicos de un violín clásico. El violín, oh por dios, el violín que toca esa mujer es como un violín extraterrestre. Toda ella es extraterrestre y hermosa. Absolutamente hermosa. Estoy enamorada de esa mujer.

En fin, el concierto de Adams pretende dibujar el paisaje accidentado de la costa oeste de los Estados Unidos, paisaje que conmovió profundamente al compositor cuando decidió viajar en un wolkswagen medio destartalado desde Massachussets hasta San Francisco y establecerse allí en 1971. Ese mismo paisaje abrupto y  lleno de vientos que inspiró al imitadísimo y super melancólico Jack Kerouac a escribir Big Sur cuando hizo ese mismo viaje en los años sesenta. De ahí el nombre del concierto. Adams usa la palabra Dharma para referirse a su propia experiencia de comenzar una nueva vida como compositor y la búsqueda de su propia voz como artista  al otro lado de su país casi como un emigrante. El concierto tiene dos movimientos: A new Day y Moonshine.

Pero Leila, oh, Leila. Ella es todo lo que debe ser un artista. Llegó al escenario con su vestido multicolor y su cola de caballo, con la naturalidad de quien llega a una fiesta a disfrutar. Adams estaba dirigiendo nuevamente solamente con sus manos y entonces comenzó aquella orgía musical. Leila estaba tocando de memoria el concierto y nos puso a todos (o talvez solo a mí) al borde de las lágrimas con las dos primeras notas. La música es una fiesta en sus manos prodigiosas. Pero la relación entre el compositor y ella era alucinante. Se miraban, se esperaban, se sonreían, se sufrían el uno al otro. Adams bailaba con su propia música de ritmos y tiempos endemoniados mientras ella adelantaba una pierna y hacía el amor con su instrumento, entregada hasta el éxtasis. Poseída por completo por esa música maravillosa, interpretaba milimétricamente los deseos del compositor con absoluta humildad, con absoluta entrega, incluso más allá de lo meramente escrito en el papel. El final de la pieza es un abrupto silencio, abrupto como el paisaje, como llegar al final de un viaje y encontrarse con el mar infinito y silencioso.

Los presentes nos levantamos de nuestras sillas y nos volvimos locos de gritar y aplaudir. El compositor se bajó del podio sonriente y sujetó a Leila por el cuello y le susurró algunas palabras al oído. Seguramente le declaró su amor eterno. Yo lo que quería era tirarme al suelo en alabanza eterna a Leila. Uno tiene la certeza de haber tenido el inmenso privilegio de estar frente a dos genios haciendo verdadero arte desnudo. Eso es la verdadera desnudez.

viernes, 21 de mayo de 2010

Again, and again, and again, and again

más estructuralismo y todavía falta lo que sea que integra la personalidad no?

Aunque nadie me lo haya recordado, y porque siempre ando diciendo las mismas cosas, y a petición popular también, aqui va una entrega más del arroz salvaje con aguacate.

Esto es acerca del ser y del estar.

Ya en otra entrega hablamos del estar aunque no nos hayamos dado mucha cuenta. Porque para poder estar hace falta un lugar, y tambien hace falta el ser. Uno primero es y después está. En ese orden. Y aunque en algunas lenguas ser y estar es una misma cosa y eso es un gran misterio para mí, la lengua donde yo crecí es el castellano y yo pienso dentro de esa lógica con la misma naturalidad que lo haría H.

También vimos que para que exista un lugar hace falta una cuaternidad (o quinquenidad si lo integramos). En el caso de un lugar, para estar decía yo, que los límites que definen un lugar tenían que ser fractales y autosimilares, y utilizaba esa geometría para integrar el espacio de interacción que ocurre entre ellos. Y decubríamos despues que existen, incluso no-lugares o lugares residuales, espacios mal definidos o incompletos.

Y para mi felicidad particular una vez más resultó ser que después de haber leído un poco al amigo Jung, descubrí con asombro y gozo que este señor también había desarrollado una teoría de la cuaternidad, pero que en este caso tenía que ver con el ser y no con el estar. Esas cosas pasan cuando uno es un poco obsesivo con las cosas. Las obsesiones no siempre son negativas aunque lo consuman a uno. Dejarse consumir puede ser bien sabroso. En fin, querido Jung:

Uy que dificil decir lo que dijo alguien más. Jung define al individuo, la personalidad del individuo como un conjuto de cuatro elementos. Y los clasifica en dos tipos cada uno. Pensamiento y Sensaciones son los componentes conscientes de la personalidad, del individuo. Sentimientos e Intuiciones son los componentes inconscientes del individuo. Para que un individuo se desarrolle completamente, el objetivo es que desarrolle sus cuatro componentes. Casi todo el mundo desarrolla al menos tres en sus personalidad y siempre existe un cuarto que hay que trabajar para llegar a la completa realización de ser. Y entonces así un induviduo puede integrar su dualidad, el Inconsciente y el Consciente. Y completarse.

Ahora bien, yo me pregunto, se podrán comparar ambas cuaternidades y darse cuenta de que en realidad son una misma cosa y que por eso para algunas otras culturas ser y estar es una misma cosa? Otro misterio gozoso! Puede que si. Pero eso lo dejamos para otro post.

Por ahora les dejo la receta del Arroz salvaje con Aguacate:

Ingredientes:
Arroz salvaje
Aguacate
Sal y pimienta al gusto

Instrucciones:
Se prepara el arroz salvaje según las indicaciones del paquete en cuestión. Al momento de servir se corta un aguacate ni muy duro ni muy aguado por la mitad, se saca la carne, se hace purécon el tenedor y se mezcal con el arroz. Se añade un poco más de sal y pimienta porque los aguacates son un poco insípidos sin sal, y voilá.

martes, 18 de mayo de 2010

líquido



una mañana de primavera sobre el río Potomac


El viernes estuve en el Kennedy Center asistiendo a un concierto de la National Simphony dirigidos por mi admiradísimo John Adams. El programa era variadito y de una sencillez de esas que abruman y golpean en la cara:

Suite from Billy the Kid de Copland
The Wound-Dresser de Adams
Adagio for strings de Barber
Variations on an original Theme de Elgar

Cuando yo asisto a un concierto no voy a relajarme como la mayor parte de las personas que casi se duermen con la musiquita. Yo ando toda histérica sentada en el borde de la silla, sintiendo todos esos números, todas esas distancias, la geometría de la música acariciando mi cerebro por dentro en forma de sonidos. Y como quería escribir de esto en el blog, andaba todavía más alerta de lo normal, tomando notas en todos los espacios al margen del programa para poder acordarme.

Billy the kid: Una música es totalmente descriptiva en ese estilo que solamente los americanos son capaces de lograr haciendo que uno casi pueda ver de una vez la imagen de la película imaginaria de cowboys. Es absolutamente feliz, absolutamente alegre y el lenguaje es uno solo, una sola línea melódica que va pasando de un instrumento a otro. De un movimiento a otro. Copland maneja las texturas con la sinceridad del sonido de cada instrumento. Cada instrumento tiene su momento y su propio lenguaje y su propio discurso. Delicioso.

The Wound-Dresser: Esta obra de Adams está inspirada en un poema de Walt Whitman, The wound-Dresser. Walt Whitman estuvo viviendo aquí en D.C. durante la época de la guerra civil como voluntario ayudando a sanar a los heridos de guerra. Adams contaba antes del inicio de la obra que incluso el espacio del National Mall fue utilizado en su momento para colocar tiendas donde alojar heridos de guerra.
La música de Adams se posa en este caso delicadamente sobre las palabras de Whitman, como un susurro, casi. El tratamiento musical es tan descriptivo como el de Copland, pero más que describir un acontecimiento, complementa  la angustia poderosa del poeta que ve morir a sus amados soldados e intenta desesperadamente curarlos y amarlos en sus momentos de agonía. La narracion musical de Adams es plural y ocurre en varias voces, la primera que es como la respiración agónica de los heridos en un ritmo asimétrico que establece una base de angustia sobre toda la pieza. los violines y los instrumentos de viento enfatizan aqui y allá alguna otra sensación, y sobre todo eso, la tercera voz, la voz del poeta en este caso interpretada por el bajo Eric Owens quien ha colaborado ya en múltiples ocasiones con Adams. Tristemente no disfruté mucho de la interpretacion de Owens. Creo que su voz no era la voz mas apropiada para esta música. Yo hubiese preferido un bajo con mas fiato, es decir con una voz mas estable, menos sobreactuada. Hubo momentos en los que no pude disfrutar la la melodía del poema gracias a la voz quebrada del cantante. El silencio al final de la pieza golpea con la brutalidad de la muerte... fantástico. Gracias JA.

Adagio for strings: A ver, hasta los que creen que no lo han escuchado lo han escuchado. Lo más difícil de esta pieza es hacer algo nuevo con una música que se ha interpretado ya tantas veces. Y es que lo más sabroso del concierto con Adams fue que ese genio dirigió con sus manos todo el concierto. Sin batuta. Solamente con sus manos y sus dedos y sus brazos. Entonces era capaz de transmitir lo que sea a los ejecutantes en la orquesta y casi acariciar letamente la música que se iba convirtiendo entonces en un líquido espeso y nos tocaba a todos en la audiencia y nos iba drogando con su belleza.

O talvez solamente a mí, porque extasiada como estaba, sentí por un momento que todo aquel espectáculo de música, el director, el público la sala enorme y bellísima estaban allí solo para mí, para mi disfrute y felicidad y gozo. Talvez, si.

Y a Elgar lo dejamos para otro día, porque da como para demasiado.

viernes, 14 de mayo de 2010

tic tac tic tac

Una leoparda con sueño. Foto cortesía de TS.


La gente común siente el tiempo como una tortura. El tiempo se les escapa, los empuja. Los persigue el indetenible transcurrir de la respiración. El presente que se les vacía a cada segundo.

La maravilla de la música es que el tiempo es otra cosa ahí dentro. El presente está contenido en el tempo fijado por el compositor. Las notas contienen también el tiempo dentro de ellas, uno, dos, cinco, lo que sea. En español las notas son de colores o formas, pero en ingles las notas son tiempos. Cuartos, medios, completos. Que bonito, un tiempo completo, un tiempo medio, un cuarto de tiempo. O dos tiempos. O cien, o mil. Ay que rico poder entender las palabras de la vida en varias lenguas, como una pelicula subtitulada, ja.

Las partituras son como las ciudades. Desde siempre me subyuga la sorpresa de encontrar el silencio de una partitura con tanto sonido escrito y contenido. Música silenciosa dibujada ahi y calladita hasta que laguien la use. Hasta que alguien se acuerde de ella.

Como una ciudad dormida. Una ciudad en la que el tiempo es caprichoso y transcurre en la velocidad que le da la gana. Una ciudad viva que hace de sus habitantes meros juguetes.

El tiempo de la música no es el mismo tiempo de los demás. Como dice JA en su post de hoy, la música dicta su propio tiempo. Y hay músicas en las que las palabras son las que dictan el tiempo. En 1997 estuve en Cremona por dos semanas estudiando los neumas gregorianos. El canto gregoriano se fue heredando a punta de cantarlo y cantarlo a todas horas, hasta que San Gregorio decidió hacer escribir todo en notación cuadrada. Pero antes de eso, la escritura eran signos. Y los signos dibujaban en el aire el movimiento de la música.

Lo más importante en el canto gregoriano es la palabra. La palabra lo dicta todo, hasta el tiempo.

Y qué bonitas son las palabras.

miércoles, 12 de mayo de 2010

aveces la vida espera
escondida detrás de las letras

detrás de las mentiras

la mentira de vivir
de respirar
la mentira de estar
y sonreír

cien veces más
para resistir
para poder ver
un pedazo de tu piel

cien veces más
para no pensar
para coser pacientemente
los jirones de mi piel

lunes, 10 de mayo de 2010

Gasolineras

Querido niño Jesús: Necesito una cámara nueva
para dejar de tomar estas fotos tan malas.


Los lugares más hermosos pueden estar en los sitios mas inesperados o prosaicos.

Las escaleras sirven para subir o bajar, de aqui para allá o para arriba o para abajo y viceversa. También sirven para caerse estrepitosamente y medio matarse o matarse de un todo. Y quedarnos mirando ese lugar, atontados, como si el espacio vacío que contienen esas paredes contra el cielo fuese hecho de poesía.

Talvez sea así. La poesía puede estar hecha de ladrillos y cemento y ser de lo mas silenciosa.

Pero qué gritos no?

La poesía puede ser un grito también. Uno solo por favor, que me atormento con facilidad.

Y como yo estoy siempre diciendo las mismas cosas porque no tengo nada mas que decir, pues si. La música también es silencio. Y pausa. Ah, las pausas, qué pausadas son, que descanso da una pausa.

Y uno coge aire y sigue cantando, lalala.

miércoles, 5 de mayo de 2010

I Whistle a Happy Tune (from The King and I)

lalala lalala lalala. Foto cortesía de TS.

A veces es bueno dejarse ir.
Derramarse, como el agua.

La primera vez que escribí lo hice así, derramándome, sin pensar.
(Mentira, la primera vez que escribí fue a los ocho años, encerrada en el closet con mi lamparita y mis libros)

Estos días me pesan las palabras. Por eso hay que derramarse. No estoy para cuaternidades ni para teorías de nada. No estoy ni de música. Detesto a Bruckner y mucho más los musicales estos babosos de los Americanos. No me gusta cantar de relleno. Estoy malacostumbrada. Síndrome de la coralista que se cree una diva.

Estos días me interesan pocas cosas.

Lo que más me fascina de las ciudades y de la música es su silencio, su permanencia. Su manera de sobrevivirnos. Pero como en todo, hay siempre un lado oscuro, el recodo vacío que nos asusta. El barrio superpoblado donde la miseria se nos pega de la piel y nos acusa.

Un día de estos voy a hablar de las ciudades, de Calvino, de los situacionistas y del ocio, para acordarme. Hoy no.Otro día voy a hablar de los neumas gregorianos, de la belleza de la arritmia. Hoy no.

Como el hombre que se despedaza delante de mí en mis sueños. Siempre hay esta música tan fea.
Es que todo tiene un precio, hasta poder cantar.

Hoy quisiera cantar las Trois Petites Liturgies de la Presence Divine de Messiaen. El poema es bellísimo. Lo escribió el propio compositor que era profundamente religioso. Igual que yo. Lástima que a mí se me derramó la cosa. Y estaba obsesionado con los pájaros. A mi me acechaban las palomas, ja.

Me pasman las personas que pueden pasar la vida impermeables a todo. Si, me pasma la estabilidad. Me fascina. Aquellos que se aferran a lo conocido y se sientan tan tranquilos.

Yo añoro esa tranquilidad, pero al revés. Yo preferiría la ceguera, la ignorancia total. Que nada me espante, que nada me afecte. Extirparme la sensibilidad y quedarme inerte, como una roca, y así, permanecer.

Como la música, como la ciudad. Ajena a todo.

Como las viejitas sentadas a la puerta de sus casas abrazadas por el calor y la brisa y talvez el hambre. Talvez esperando la muerte. Talvez nada más existiendo.

martes, 4 de mayo de 2010

no sobrevive el corazón
acaba apagándose
y como un hoyo negro
se repite a sí mismo
en un nacimiento del réves
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